What is a Woman?

Hace unos meses ha salido a la luz el documental de Matt Walsh titulado “What is a Woman?” y su visionado da mucho que pensar. Te dejo al final del artículo un enlace al mismo y te dejo aquí el tráiler por si aún no lo has visto.

Yo supe sobre Matt Walsh poco antes de que saliera el documental, tras la publicación del polémico libro Johnny the Walrus , dirigido a niños en edad de infantil. Con un 4.9 de puntuación en Amazon y con más de 5000 reseñas, ha sido objeto de escándalo para los trabajadores de esta gran empresa, los cuales tuvieron que convocar una reunión para “sanar” las sensibilidades que habían sido heridas por poner a la venta este libro en su plataforma. ¿Por qué? Pues porque Johnny es un niño con mucha imaginación que imagina que es una morsa y su madre muestra cómo él se disfraza en Internet. En ese momento, hordas de gente comienzan a decirle a su madre que si Johnny siente que es una morsa es que lo es. Entonces su madre y Johnny comienzan una serie de procesos para que éste último se parezca lo más posible a una morsa, pero cuando su madre lo lleva al zoo el cuidador le dice que Johnny no es una morsa, que es un niño. Si quieres puedes ver cómo Matt lee el libro a unos niños aquí.

Pues bien, Matt, que al parecer no tiene nada de miedo a la opinión pública, ha ido más lejos y ha dado forma a un documental en el que entrevista a personas de todo tipo indagando sobre qué es ser mujer. Entrevista a terapeutas, psiquiatras, médicos, profesores de universidad, políticos… que no saben dar respuesta a esta pregunta. Curiosamente, muchos de estos son los mismos que defienden que un niño puede ser una niña si así lo afirma, pero no saben definir qué significa ser mujer.

Este documental no hace más que evidenciar el absurdo que vivimos en nuestros tiempos. Sin embargo, hay un tema que es muy preocupante y es que lo vivido por los adultos está afectando de forma atroz a los niños.

A mi se me enseñó en la universidad, en la carrera de Pedagogía y en la clase de Psicología del Desarrollo, que los niños no consolidan su identidad sexual hasta los seis años. Esto fue en el curso 2012/2013, un momento en el que afirmar que existen mujeres y hombres no era motivo de censura. Sin embargo, con tristeza comprobé años después que mi facultad es una de las muchas que se han subido al carro de la ideología de género cuando al ir a consultar un libro a la biblioteca me topé con un congreso que defendía la existencia de niños “trans”.

Sí existen personas con disforia de género. Es una realidad de hace mucho tiempo y un motivo enorme de sufrimiento para quien lo padece. Ha sido recogido en manuales de psiquiatría y tratado de mejores y peores formas. Actualmente, la terapia que más se emplea es la afirmativa. Es decir, aquella que afirma a esa persona su identidad sentida y favorece una “transición” para que la realidad de la persona que lo sufre se asemeje lo más posible a su percepción. Este tipo de terapias están empezando a ser criticadas por profesionales de la salud que, a pesar de toda la persecución que sufren por ello, tienen el valor de hablar porque es su responsabilidad médica por el bien de estas personas. Se ha vuelto tremendamente famoso el libro Nadie nace en un cuerpo equivocado: Éxito y miseria de la identidad de género que, si eres educador, profesional de la salud o padre te recomiendo que leas.

Las personas somos mujeres y hombres. Esto es una realidad, siempre lo ha sido y siempre lo será. Una mentira repetida mil veces no se va a convertir en verdad, sólo será una mentira creída por muchos. Afirmar esto no es transfobia, como tampoco es tolerancia afirmar que “cada uno haga lo que quiera”, eso es indiferencia. Puede que vivamos en una sociedad tan individualista que a la gran mayoría le de igual lo que hagan los demás (y como sufran). Portando la bandera de la libertad se mira para otro lado cuando se arrojan las cifras de que el suicidio en personas con disforia de género es 20 veces mayor o que la operación más frecuente después de la de cambio de sexo es la de reversión. Y esto no se da porque haya discriminación, pues el suicidio en personas con disforia de género es mayor en las sociedades más progresistas; además, colectivos que han sido objeto de una gran discriminación, como pueden ser las personas negras en Estados Unidos, tienen tasas de suicidio inferiores que los blancos por ejemplo. Esto sucede porque hay algo más allá de la aceptación, algo que sucede a esas personas sobre lo que hay que investigar en profundidad para ofrecerles una ayuda verdadera. Te dejo a continuación un testimonio muy honesto de lo que es someterse a las operaciones de “cambio de sexo”:

La realidad de que el sexo existe y el género no, nadie la va a cambiar por mucho que se repita, y el vivir de otra forma hace pagar un alto precio a la persona. Por esta razón, es tan duro el hecho de introducir a los niños en estas dinámicas, quedando estos a merced de una sociedad ideologizada proclive a repetir historias como la de Bruce Reimer. Este mismo verano un juez en Ourense ha dictaminado, sin ningún informe médico, cambiar en el Registro Civil el nombre de una niña de ocho años que, según su madre, se siente niño desde que dijo sus primeras palabras. Por esta razón, desde que esa criatura era un bebé de 10 meses, su madre lo trata como un niño y lo llama como tal, de hecho a los cinco años cambiaron su nombre en el DNI. A los ocho años el juez conversó con la niña y dictaminó que tiene la madurez suficiente para decidir que es un niño sin necesidad de que exista un informe médico. Es curioso, como afirma Matt Walsh en su documental, que un niño que sigue creyendo en Papá Noel tenga la capacidad de tomar la decisión de que es del sexo contrario al que pertenece cuando ha sido tratado como tal desde antes de cumplir un año y que esto sea celebrado por los medios de comunicación (lo cual dista mucho de la opinión pública, por más que nos lo intenten hacer creer). Esto sucedía paralelamente a que se aprobara la Ley Trans en el Consejo de Ministros, que permite el cambio de sexo sin informe médico ni psicológico a partir de los 12 años con autorización judicial, a los 14 con asistencia de tutores legales y sin requisitos a partir de los 16.

Es increíble la situación social que estamos viviendo, y por desgracia, lo más duro va a ser para esos niños, los cuales no tardarán en someter a procesos de castración química (es importante llamar a las cosas por su nombre) y sufrirán en su cuerpo y en su mente para siempre las consecuencias de esta sociedad alienada. Por esto es por lo que hay que luchar, porque no nos pueden dar igual los demás y, más allá de la persecución que se pueda recibir, es necesario alzar la voz y declarar que esto es una locura que va en contra de la ciencia y del sentido común.

No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética... Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos
— Martin Luther King

Te dejo aquí un enlace al documental completo y, si entiendes inglés, te recomiendo mucho su visionado: https://www.area-documental.com/player.php?titulo=What+Is+a+Woman

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